Cuento solidario
Dime cuánto pesa un copo de nieve - preguntó un colibrí a una palomaNada - fue la respuesta
Si es así, he de contarte una historia -dijo el colibrí
"Me posé en la rama de un pino, cerca de su tronco. empezaba a nevar, no era la nieve de una gran tempestad, era como un sueño sin ninguna herida ni violencia. Como no tenía nada que hacer empecé a contar los copos mientras caían sobre las ramas de mi tronco. El número exacto fue 1141952. Cuando cayó el siguiente copo (sin peso, como tú dices) la rama se rompió."
Dicho esto el colibrí levantó el vuelo
La paloma, una autoridad en la materia desde los tiempo de Noé, se paró a reflexionar y, pasados unos minutos, se dijo:
Quizás sea solo necesaria la colaboración de una persona más para que la solidaridad se abra camino en el mundo
Sacado de Internet: cuentos solidarios
FEBRERO
El árbol de los problemas
El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se estropeó y le hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se niega a arrancar. Mientras lo llevaba a su casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación: "su bronceada cara estaba lena de sonrisas" Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente, me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que le había visto hacer un rato antes.¡OH!, ése es mi árbol de problemas -contentó-. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente, los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego, en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es -dijo sonriendo- que cuando salgo en la mañana a recogerlos, ni remotamente hay tanto como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.
Autor desconocido
MARZO
Del cuento “EL PRINCIPITO” capítulo XX y XXI
Pero sucedió que el principito, habiendo caminado largo tiempo a través de arenas, de roca y de nieves, descubrió al fin una ruto. Y todas la rutas van hacia las moradas de los hombres.- Buenos días – dijo el principito.
- Buenos días – dijeron las rosas
- ¿Quiénes son ustedes? – les preguntó, estupefacto.
- Somos rosas –dijeron las rosas
- ¡Ah! –dijo el principito
- Entonces apareció el zorro
- Buenos días –dijo el zorro
- Buenos días –respondió cortésmente el principito, que se volvió, pero no vio nada
- Estoy aquí –dijo la voz –bajo el manzano
- ¿Quién eres? –dijo el principito-. Eres muy lindo
- Soy un zorro –dijo el zorro
- Juega conmigo –le propuso el principito-. Estoy tan triste....
- No puedo jugar contigo –dijo el zorro -. No estoy domesticado.
- ¡Ah! Perdón –dijo el principito
- ¿Qué significa “domesticar”?
- Tú no eres de aquí –dijo el zorro-. ¿Qué buscas?
- Busco a los hombres –dijo el principito-. ¿Qué significa “domesticar”?
- Los hombres –dijo el zorro- tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas, es su único interés ¿Buscas gallinas?
- No –dijo el principito-. Busco amigos ¿Qué significa “domesticar”?
- Es algo demasiado olvidado –dijo el zorro-. Significa “crear lazos”
- ¿Crear lazos?
- Sí –dijo el zorro-. Para mi no eres aún más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no tengo necesidad de ti. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Para mí serás único en el mundo. Y seré para ti único en el mundo...
- Comienzo a comprender –dijo el principito- Hay una flor.... creo que me ha domesticado
- Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero si tu me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de los demás. Los otros pasos me hacen esconder debajo de la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá los campos de trigo?. No como pan. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Para mi el trigo es inútil. Pero tu tienes los cabellos dorados. ¿Será maravilloso cuando me hayas domesticado! El trigo dorado hará que me acuerde de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
- ¡Te lo ruego!.... ¡Domestícame! –dijo
- Bien lo quisiera –respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que descubrir amigos, y muchas cosas que conocer.
- Solo se conocen las cosas que se domestican –dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
- ¿Qué hay que hacer? –dijo el principito
- Hay que ser muy paciente –respondió el zorro-. Primero te sentarás un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día podrás sentarte un poco más cerca....
- Hubiese sido mejor volver a la misma hora –dijo el zorro-. Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado, inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón..... Los ritos son necesarios.
- ¿Qué es un rito? –dijo el principito
- También es algo demasiado olvidado –dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de otros días; una hora, de otras horas
- ¡Ah! –dijo el zorro-, voy a llorar
- Es tu culpa –dijo el principito-. No deseaba hacerte ningún mal, pero tú quisiste que te domesticara....
- Sí –dijo el zorro.
- ¡Pero tú vas a llorar! –dijo el principito
- Sí –dijo el zorro.
- Entonces no ganas nada
- Gano –dijo el zorro-, por el color del trigo
- Ve y mira nuevamente a las rozas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Vendrá a decirme adiós y te regalaré un secreto
- No son en absoluto parecidas a mi rosa; no son nada aún –les dijo-. Nadie las ha domesticado y no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo, y ahora es único en el mundo.
- Ustedes son bellas, pero están vacías –les dijo-. No se puede morir por ustedes. Por cierto, cualquiera que pase creerá que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que ella es la que yo regué. Puesto que ella es la que puse bajo un globo. Puesto que es a ella a la que abrigué con el biombo. Puesto que es ella a quien le maté las orugas (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse o alabarse, o aún, a veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
- Adiós –le dijo
- Adiós –dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy sencillo: sólo se ve bien con el corazón. Los esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos –repitió el principito, para acordarse.
- El tiempo que tú perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante
ABRIL
Un caminito de luz
¿Ustedes se imaginan cómo sería un cielo sin sol? La verdad, es que yo no. Pero parece ser que hace muchísimos años, el sol se enfermó o, tal vez, se sintió triste. No sé, pero el hecho es que el pobrecito se fue apagando lentamente.Al principio nadie se dio cuenta porque, claro, todos estaban tan acostumbrados s verlo allí arriba, brillando y brillando sin parar, que ya nadie se preocupaba en mirarlo o en pensar que le podría estar pasando algo.
Los días se acortaron, pero nadie lo tuvo en cuenta: "Seguramente el invierno se ha adelantado este año", pensaron. Después comenzó a hacer freío, mucho frío, cada vez más frío y los meteorólogos se apresusaron a decir que: "Un frente frío se aproxima y precipitará una baja considerable en la temperatura". Nadie se preocupó tampoco, porque total, "como lo explican los meterólogos....."
El primero que se alegró con la enfermedad del sol fue el viento del invierno, poque este año tendría más tiempo para soplar y las personas no harían otra cosa sino hablar de él:
- Uy, ¡qué vientito frío sopla hoy! -comentaban todos, cada vez que salían a la calle.
- Vamos, a brigarse, que hace frío -les decían las mamás a los chicos, cuando ellos querían salir a jugar.
¡Y los chicos ... ni les cuento! Hasta ese momento, no era habitual que pudieran jugar con la nieve. Armaban muñecos, hacían batallas de bolas de nieve, esquiaban o andaban en trineo. Hasta en los lugares donde nunca antes había nevado, todo estaba blanco.
Y un día, ¡se suspendieron las clases, de tanto frío que hacía!
Hasta acá parecía que todo andaba bien, muy bien. No había clases, los chicos jugan el día entero y se divertían mucho, los vendedores de abrigos estaban contentos.... y también lo estaban las abuelas y el viento del invierno.... Pero, ¿y el sol? No, el sol no, el pobre sol se debilitaba a ojos vista. Sus rayos perdían fuerza, su luz parecía una leve linternita de juguete.
¡Y cómo se desesperaba el pobrecito! Trataba y trataba de reponerse pero, por más que lo intentaba, sus fuerzas se iban apagando y su luz, también.
En la tierra, mientras tanto, los días ya eran tan cortitos que sólo duraban una hora. Todo el resto del tiempo era de noche, y hacía tanto frío, que ya no alcanzaba la leña para las esrtufas, el gas se congelaba en los caños y el agua caliente hacía mucho tiempo que se había enfriado y no había manera de alentarla otra vez. Hacía frío, frío..... mucho frío.
La gente miraba el cielo en busca del sol. Y era difícil, porque brillaba tan poco que parecía una estrella de las más lejanas. "Todo esto es raro, muy raro!", pensaba.
El triste sol observaba cómo su querido mundo se iba oscureciendo, los colores se perdían y las flores y plantas se acurrucaban despacito, para dejarse morir junto a él. Ya no le quedaban ganas ni de llorar, ni de pelear, ni de.... ni de nada.
Hasta que un día....
- NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.
- NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.
- ¡PLOP! -se oyó de repente. De la blanca nieve que cubría la tierra, surgió una flor amarilla, chiquitita pero fuerte.
- SHHHHAAAAAAAA-AHHHHHHH-suspiró
Las nubes huyeron, encandiladas por tanto luz. El viento de invierno se apuró a esconderse en su refugio de frío.
La flor seguía brillando, fuerte y vigorosa. Fue entonces cuando aparecieron los pájaros. Pío.... Pío... pip... pip... pip (que era como decir: "Nosotros también queremos ayudar").
Pronto se le unieron los animales. Salieron de sus establos y comenzaron a soplar, a soplar fuerte, desparramando calor. Así, lentamente, entre todos, fueron derritiendo las nieve que los rodeaba.
Y la flor siguió brillando. Sus rayos se convirtieron en caminos de luz que subían y subían hacia el sol.
Entonces despertaron los escarabajos y, al ver lo que estaba sucediendo, salieron corriendo a llamar a los demás bichitos.
- PLIC, PLIC, PLIC... BZZZZ, BZZZZ... CRIII, CRIIII, CRICCC......ZUMMMMM, ZUMMMMM. Hormigas, grillos, abejas moscas, mosquitos bichitos de luz, tábanos, vaquitas de San Antonio, cucarachas, cascarudos, bichitos canasto y miles de insectos más invadieron las casas, los bosques y las montañas. Rápida y silenciosamente buscaron ramitas, tronquitos, hojas secas, papeles y... fósforos.
- YYYYYY... un, dos... un, dos... -los alentaba el escarabajo
- yyyyyy... un, dos... un, dos... un, dos, los bichitos comenzaron a subir lentamente por el camino de luz que la flor les había tendido.
- YYYYY ...un, dos... un, dos... un, dos. Llegaron finalmente hasta el sol y le entregaron todo lo que habían juntado. Le dieron besitos en los rayos -que, de tan débiles, parecían hebras de oro-, le acariciaron cariñosamente la pancita apenas tibio y después bajaron rodando por el damino de la flor.
El sol brilló, brilló y brilló. Se lo veía más lindo que nunca. Parecía un verdadero rey en el cielo.
¿Y en la tierra? Todo volvió a ser cálido y cofortable, un lugar donde es lindo vivir.
Autora Diana Drexler "Flores y Cuentos"
MAYO
Todos contentos
Erase una vez unos cordones de zapatos que deseaban más que nada en el mundo convertirse en lazos para el pelo. Era como un sueño y se decían el uno al otro:Servimos para ello, pero nos tienen aquí abajo, condenados a tragar polvo, y encima nos obligan a estar siempre atados a estas dichosas zapatilla.
Solo se acordaban de ellos dos veces al día, cuando la madre de María le decía:
- María, no te quites las zapatillas sin desatar los cordones.
A María le gustaba andar con ella por el paseo de la playa y le gustaba aún más sentir que otros niños la miraban con envidia. Pero lo que María no sabía era que no miraban con envidia sus zapatilla sino sus cordones. Llamaban la atención porque eran rosas y tenían pequeñas flores blancas y verdes. No eran una cordones corrientes.
Los cordones tampoco sabían que les miraban a ellos: sino se hubieran sentido muy orgullosos y no hubieran querido ser otra cosa.
Un día María estaba jugando en el parque cuando se le acercó otra niña y le dijo:
- Hola, me llamo Lara, ¿te puedo pedir una cosa?
- ¿Qué quieres?
- Me he fijado en tus zapatillas....
- Son de una marca muy cara, son las mejores....
- Pero Lara no la dejó seguir hablando:
- No, no me refiero a tus zapatillas, lo que me gustan son tus cordones
- Verás -le dijo Lara-, a mi me dan igual las marcas, solo quiero que sean cómodas. Pero me ha fijado en tus cordones porque son muy bonitos y originales.
- ¿Y para qué los quieres? -le preguntó María
- Quiero hacerme dos coletas y ponérmelos como lazos.
- A mí me parecen unos cordones un poco chillones. Me los pongo porque me los regaló mi madrina, no es que me gusten mucho, pero ¿qué me darías a cambio?
- ¿Por qué no vienes a mi casa y te enseño lo que tengo? Así podrías escoger lo que más te guste.
Cuando María entró en casa de Lara se quedó muy sorprendida porque Lara compartía habitación con sus dos hermanas y sus posesiones se reducían a dos póster -uno de planetas y otro de flores-, una caja de madera llena de baratijas, una preciosa diadema, algunos cuentos, ceras y un cuaderno de dibujos.
María cogió el cuaderno y lo miró allí encontró algo que llamó su atención: había un maravilloso dibujo de una mariposa y en seguida supo que eso era lo que ella quería. Lo pondría en una pared de su cuerto, como si fuera un cuadro.
Cuando llegó la tarde, las dos niñas se encontraron en el parque para hacer el intercambio. María resplandecía de contenta llevando debajo del brazo su precioso cuadro, pero también estaba feliz por haber encontrado a una amiga.
Lara no tardó en hacerse dos coletas y ponerse los cordones como lazos. Su cara resplandecía y movía la cabeza para sentir cómo se movían sus dos coletas.
Los cordones de zapato sintieron el cariño con que Lara los ataba a su pelo y vieron por fin cumplido su gran sueño. Ahora contemplaban otro mundo extasiados, porque desde arriba todo era distinto. Ya no tragarían más polvo ni estarían siempre cerca del suelo. era una nueva un nuevo momento para Lara María y los cordones y todos estaban contentos.
Cuento sobre Inteligencia Emocional
Se podía pensar que Momo había tenido mucha suerte al haber encontrado gente tan amable, y la propia Momo lo pensaba así. Pero también la gente se dio pronto cuenta de que había tenido mucha suerte. Necesitaban a Momo, y se preguntaban cómo habían podido pasar sin ella antes. Y cuanto más tiempo se quedaba con ellos, la niña, tanto más imprescindible se hacía, tan imprescindible que todos temían que algún día pudiera marcharse.
De ahí vine que Momo tuviera muchas visitas. Casi siempre se veía a alguien sentado con ella, que le hablaba solícitamente. Y el que la necesitaba y no podía ir, la mandaba a buscar. Y a quien todavía no se había dado cuenta de que la necesitaba, le decían los demás:
Pero, ¿por qué? ¿Es que Momo era tan increíblemente lista que tenía un buen consejo para cualquiera? ¿Encontraba siempre las palabras apropiadas cuando alguien necesitaba consuelo? ¿Sabía hacer juicios sabios y justos?
No; Momo, como cualquier otro niño, no sabía hacer nada de todo eso.
Entonces, ¿es que Momo sabía algo que ponía a la gente de buen humor? ¿Sabía cantar muy bien? ¿O sabía tocar un instrumento? ¿O es que -ya que vivía en una especie de circo- sabía bailar o hacer acrobacias?
No, tampoco era eso.
¿Acaso sabía magia? ¿Conocía algún encantamiento con el que se pudiera ahuyentar todas las miserias y preocupaciones? ¿sabía leer en las líneas de la mano o predecir el futuro de cualquier modo?
Nada de eso
Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era ESCUCHAR. Eso no es nada especial, dirá quizás, algún lector; cualquiera sabe escuchar.
Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurría, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.
Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombre y que, por eso, era importante a su manera, para el mu do.
¡¡Así sabía ESCUCHAR Momo!!
Autor: Michael Ende
María cogió el cuaderno y lo miró allí encontró algo que llamó su atención: había un maravilloso dibujo de una mariposa y en seguida supo que eso era lo que ella quería. Lo pondría en una pared de su cuerto, como si fuera un cuadro.
- ¿Te gusta la mariposa? La copié de un libro que me dejaron en la biblioteca
- Pintas muy bien, Lara. Si te apetece, te cambio los cordones por el dibujo, pero no te los puedo dar ahora. Mañana te los llevo al parque y tú me traes el dibujo de la mariposa, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
Cuando llegó la tarde, las dos niñas se encontraron en el parque para hacer el intercambio. María resplandecía de contenta llevando debajo del brazo su precioso cuadro, pero también estaba feliz por haber encontrado a una amiga.
Lara no tardó en hacerse dos coletas y ponerse los cordones como lazos. Su cara resplandecía y movía la cabeza para sentir cómo se movían sus dos coletas.
Los cordones de zapato sintieron el cariño con que Lara los ataba a su pelo y vieron por fin cumplido su gran sueño. Ahora contemplaban otro mundo extasiados, porque desde arriba todo era distinto. Ya no tragarían más polvo ni estarían siempre cerca del suelo. era una nueva un nuevo momento para Lara María y los cordones y todos estaban contentos.
Cuento sobre Inteligencia Emocional
JUNIO
Del cuento "Momo" inicio del capítulo 2
DESDE entonces, Momo vivió muy bien, por lo menos eso le parecía a ella. Siempre tenía algo que comer, unas veces más, otras menos, según fuesen las cosas y según la gente pudiera prescindir de ellas. Tenía un techo sobre su cabeza, tenía una cama, y, cuando tenía frío, podía encender el fuego. Y, lo más importante: tenía muchos y buenos amigos.Se podía pensar que Momo había tenido mucha suerte al haber encontrado gente tan amable, y la propia Momo lo pensaba así. Pero también la gente se dio pronto cuenta de que había tenido mucha suerte. Necesitaban a Momo, y se preguntaban cómo habían podido pasar sin ella antes. Y cuanto más tiempo se quedaba con ellos, la niña, tanto más imprescindible se hacía, tan imprescindible que todos temían que algún día pudiera marcharse.
De ahí vine que Momo tuviera muchas visitas. Casi siempre se veía a alguien sentado con ella, que le hablaba solícitamente. Y el que la necesitaba y no podía ir, la mandaba a buscar. Y a quien todavía no se había dado cuenta de que la necesitaba, le decían los demás:
- ¡Vete con Momo!
Pero, ¿por qué? ¿Es que Momo era tan increíblemente lista que tenía un buen consejo para cualquiera? ¿Encontraba siempre las palabras apropiadas cuando alguien necesitaba consuelo? ¿Sabía hacer juicios sabios y justos?
No; Momo, como cualquier otro niño, no sabía hacer nada de todo eso.
Entonces, ¿es que Momo sabía algo que ponía a la gente de buen humor? ¿Sabía cantar muy bien? ¿O sabía tocar un instrumento? ¿O es que -ya que vivía en una especie de circo- sabía bailar o hacer acrobacias?
No, tampoco era eso.
¿Acaso sabía magia? ¿Conocía algún encantamiento con el que se pudiera ahuyentar todas las miserias y preocupaciones? ¿sabía leer en las líneas de la mano o predecir el futuro de cualquier modo?
Nada de eso
Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era ESCUCHAR. Eso no es nada especial, dirá quizás, algún lector; cualquiera sabe escuchar.
Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurría, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.
Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombre y que, por eso, era importante a su manera, para el mu do.
¡¡Así sabía ESCUCHAR Momo!!
Autor: Michael Ende
JULIO
Un sueño redondo
Autor: Gonzalo Izquierdo. II premio de literatura infantil ilustrada TombatossalsHabía una vez un niño que soñaba con ser mayor,
para conocer la respuesta de todas las preguntas. Y para que nadie volviera a decirle:
- Ya comprenderás eso cuando seas mayor
para que se le viera desde todos los lugares. Y para que en su interior habitaran cientos de personas.
La casita se hallaba en un pueblo que soñaba con ser una ciudad
para aparecer en todos los mapas. Y para recibir todos los años miles de visitantes.
El pueblo pertenecía a una pequeña nación
que soñaba con ser una gran nación,
para que sus habitantes se sintieran orgullosos de vivir en un país poderoso. Y para que los demás países la temieran y la respetaran.
La pequeña nación estaba en la tierra, que soñaba con ser el sol
para ser la reina del sistema solar. Y para que los demás planetas giraran a su alrededor....
Pero había algo que, ni la pequeña nación, ni el pueblo, ni la casita, ni el niño sabían.
No sabían que el Sol, la gran nación, la ciudad, el rascacielos y las personas mayores también soñaban.
para aparecer en todos los mapas. Y para recibir todos los años miles de visitantes.
El pueblo pertenecía a una pequeña nación
que soñaba con ser una gran nación,
para que sus habitantes se sintieran orgullosos de vivir en un país poderoso. Y para que los demás países la temieran y la respetaran.
La pequeña nación estaba en la tierra, que soñaba con ser el sol
para ser la reina del sistema solar. Y para que los demás planetas giraran a su alrededor....
Pero había algo que, ni la pequeña nación, ni el pueblo, ni la casita, ni el niño sabían.
No sabían que el Sol, la gran nación, la ciudad, el rascacielos y las personas mayores también soñaban.
El sol soñaba con ser la Tierra,
para estar repleto de vida. Y para saber qué es la noche.
La gran nación soñaba con ser una pequeña nación,
para que sus habitantes se sintieran orgullosos de vivir en un país que jamás se había aprovechado de los otros. Y para que los demás países la quisieran y la respetaran sin tenerle miedo.
La ciudad soñaba con ser un pueblo,
para que todos sus vecinos se conocieran entre sí. Y para que se ayudaran unos a otros cuando lo necesitaran.
El rascacielos soñaba con ser una casita,
para ser el hogar de una familia que se encariñase con ella. Y para que esa familia la considerase parte de su vida por haberla ido llenando de recuerdos años tras año.
Y la persona mayor soñaba con ser un niño,
para seguir creyendo que todas las preguntas tienen respuesta. Y para que nadie volviera a decirles:
para estar repleto de vida. Y para saber qué es la noche.
La gran nación soñaba con ser una pequeña nación,
para que sus habitantes se sintieran orgullosos de vivir en un país que jamás se había aprovechado de los otros. Y para que los demás países la quisieran y la respetaran sin tenerle miedo.
La ciudad soñaba con ser un pueblo,
para que todos sus vecinos se conocieran entre sí. Y para que se ayudaran unos a otros cuando lo necesitaran.
El rascacielos soñaba con ser una casita,
para ser el hogar de una familia que se encariñase con ella. Y para que esa familia la considerase parte de su vida por haberla ido llenando de recuerdos años tras año.
Y la persona mayor soñaba con ser un niño,
para seguir creyendo que todas las preguntas tienen respuesta. Y para que nadie volviera a decirles:
- Eres demasiado viejo para comprender eso.
AGOSTO
El hombrecillo de papel de FERNANDO ALONSO
Era una mañana de primavera y una niña jugaba en su cuarto. Jugó con un tren, con una pelota y con un rompecabezas. Pero pronto se aburría de todo. Luego empezó a jugar con un periódico. Hizo un sombrero de papel y se lo puso en la cabeza. Después, hizo un barco y lo puso en la pecera. La niña se cansó también de jugar con el sombrero y con el barco. Entonces, hizo un hombrecillo de papel de periódico. Y estuvo toda la mañana jugando con él. Por la tarde, la niña bajó al parque con sus amigos. Iba con ella el hombrecillo de papel.Al hombrecillo de papel le gustaron mucho los juegos de los niños. Y los niños estaban muy contentos con aquel amigo tan raro que ahora tenían. El hombrecillo de papel de periódico era muy feliz. Y quería que los niños estuvieran contentos. Por eso, comenzó a contarles las historias que sabía. Pero todas sus historias eran historias de guerras, de catástrofes, de miserias.... Al oír aquellas historias, todos los niños se quedaron muy tristes. Algunos se echaron a llorar. Entonces el hombrecillo de papel de periódico pensó: "Lo que yo sé no es bueno, porque hace llorar a los niños". Y echó a andar, solo, por las calles. Iba muy triste, porque no sabía hacer reír a los niños.
De pronto, vio una lavandería. El hombrecillo de papel dio un salto de alegría y, con paso decidido, entró. "Aquí podrán borrarme todas las cosas que llevo escritas; todo lo que hace llorar a los niños", pensaba.
Cuando salió.... ¡Nadie le habría reconocido! estaba blanco como la nieve, planchado y almidonado. Dando alegres saltos, se fue hacia el parque. Los niños le rodearon, muy contentos, y jugaron al corro a su alrededor. El hombrecillo de papel sonreía satisfecho. Pero, cuando quiso hablar.... ¿De su boca no salía ni una palabra! Se sintió vacío por dentro y por fuera. Y, muy triste, volvió a marcharse.
Caminó por todas las calles de la ciudad y salió al campo. Entonces, de pronto, se sintió feliz. Su corazón de papel daba saltos en su pecho. Y el hombrecillo sonreía, pensando que tenía un pájaro guardado en el bolsillo. Y comenzó a empaparse de todos los colores que veía en los campo: del rojo, amarillo y rosa de las flores; del verde tibio de la hierba; del azul del agua y del cielo y del aire.... Luego, se fue llenando de palabras nuevas y hermosas. y cuando estuvo lleno de color y de palabras nuevas y hermosas, volvió junto a los niños.
Mientras descansaban de sus juegos y sus risas, el hombrecillo les habló. Les habló de todas las personas que trabajan para los demás; para que nuestra vida sea mejor, más justa, más libre y hermosa. Sobre el parque y sobre los ojos de los niños cayeron estas palabras como una lluvia frescas. La voz del hombrecillo de papel se hizo muy suave cuando les habló de las flores.... Y de los pájaros del aire.... Y de los peces del río y del mar.... Los ojos de los niños y del hombrecillo de papel se llenaron de sonrisa. Y cantaron y bailaron cogidos de las manos. Y todos los días, a partir de aquella tarde, el hombrecillo de papel hacía llover sobre la ciudad todo un mundo de color y de alegría.
SEPTIEMBRE
La guerra de las campanas de GIANNI RODARI
Erase una vez una guerra, una grande y terrible guerra, que hacía morir a los soldados de uno y otro bando. Nosotros estábamos en este bando y nuestros enemigos estaban en el otro, y nos disparábamos mutuamente día y noche, pero la guerra era tan larga que llegó un momento en que empezó a escasear el bronce para los cañones y en el que ya no nos quedaba hierro para las bayonetas, etcétera.Nuestro comandante, el Extrageneral Bombón Tirón Pisarruidón, ordenó echar abajo todas las campanas de los campanarios y fundirlas todas juntas para hacer un grandísimo cañón: uno solo, pero lo suficientemente grande como para ganar la guerra de un solo disparo.
Para levantar aquel cañón fueron necesarias cien mil grúas; para transportarlo al frente se necesitaron noventa y siete trenes. El extrageneral se frotaba las manos de contentos y decía:
- Cuando dispare mi cañón, los enemigos huirán a la Luna.
Llegó el gran momento. El cañonísimo fue apuntado contra los enemigos. Nosotros nos habíamos tapado los oídos con algodón, porque el estallido podía rompernos los tímpanos y la trompa de Eustaquio.
El Extrageneral Bonbón Tirón Pisarruidón ordenó:
Luego hubo un momento de silencia. Y entonces, desde el otro frente, como si fuera una señal, respondió un alegre y ensordecedor "¡Din!¡Don!¡Dan!". Porque debéis saber que el comandante de los enemigos, el Muertiscal Von Bombonen Tironen Pisaruydonsson, también había tenido la idea de fabricar un cañonísimo con las campanas de sus país.
El Extrageneral Bonbón Tirón Pisarruidón ordenó:
- ¡¡¡¡Fuego!!!!
- Nosotros nos quitamos el algodón de los oídos para oír mejor.
- "¡Din!¡Don!¡Dan!", tronaba el grandísimo cañón. Y el eco, con cien mil voces, resonaba por montes y valle: "¡Din!¡Don!¡Dan!".
- ¡¡Fuego!! - gritó el Extrageneral por segunda vez -. ¡Fuego, corcholis!.
Luego hubo un momento de silencia. Y entonces, desde el otro frente, como si fuera una señal, respondió un alegre y ensordecedor "¡Din!¡Don!¡Dan!". Porque debéis saber que el comandante de los enemigos, el Muertiscal Von Bombonen Tironen Pisaruydonsson, también había tenido la idea de fabricar un cañonísimo con las campanas de sus país.
- "¡Din! ¡Dan!, tronaba ahora nuestro cañón.
- "¡Don!", respondía el de los enemigos.
- ¡Las campanas, las campanas! ¡Es fiesta! ¡Ha estallado la paz
2 comentarios:
Me ha encantado leer estos preciosos cuentos el"Principito" lo ley hace años y lo volvere a leer me ha traido grandes recuerdos.
Gracias
Hola Mar:
Para mi fue un cuento que me enseñó lo que significa "Amistad", de inter-dependencia, en fin de lo que realmente es esencial en la vida: las relaciones con compromiso
Un saludo
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